Pasa el amolador,
como acostumbraba antaño,
anunciando con su voz:
"con la piedra yo me amaño"…
Con el agudo silbato
su presencia hace notar,
insistiendo sin descanso
para quien quiera amolar…
"Sus navajas y utensilios
me pueden a mí encargar;
yo les devuelvo los filos,
pa´que vuelvan a cortar.
Asómese a la ventana
y haga una seña, mujer,
que termina la mañana
sin un trabajo tener.
La muela está echando chispas
esperando por su suerte,
casi no sopla la brisa
y el sol calienta muy fuerte.
Apúrese, pues, patrona,
que viene el atardecer;
en casa esperan Ramona
y tres hijos pa´comer.
Ya llevo los pies cansados,
está ardiendo el pavimento,
ni unos pesos he sacado
para proveer el sustento.
Qué difícil es la vida
cuando se brega en la calle;
una odisea es cada día
a lo ancho de este valle.
Mas, hay que seguir luchando,
caminar hacia adelante,
sin perder el entusiasmo
mientras que el cuerpo lo aguante.
Ay, señora: tres cuchillos,
dos tijeras ¡qué alegría! …
Es algo pa´los chiquillos;
¡me ha salvado usted el día!"
Leyla Martin. 2013. (Derechos Reservados ANP)
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