viernes, noviembre 18, 2011

JORGE FRANCISCO ISIDORO LUIS BORGES

Poeta Argentino del Siglo XX
Habiéndose cumplido recientemente 112 doce años de su Nacimiento…
Nace en Argentina (Buenos Aires) un 24 de agosto de 1899  y muere en Suiza (Ginebra) a punto de cumplir los ochenta y siete años, el 14 de junio de 1986.
Hijo de Jorge Borges Haslam, profesor de psicología e inglés y de Leonor Acevedo Suárez, era procedente  de una familia de próceres que ayudaron a la independencia de su nación. Quedó ciego a los 55 años, al igual que había quedado su padre.
Su infancia, donde tuvo especial predominio su abuela paterna (Fanny Haslam)  le dejó muchos recuerdos que vivirían siempre en él.  Precozmente, a los seis años de edad, había manifestado a sus padres su vocación de escritor y a los diez publicó una traducción al español de El Príncipe Feliz de Oscar Wilde, gracias a los conocimientos del inglés adquiridos a través de su abuela Fanny, y posteriormente aprendió francés y alemán.
Junto a su familia, en 1917, se trasladó a vivir a París, luego a Milán y a Venecia, estableciéndose  finalmente en la neutral Ginebra cuando estalló la Primera Guerra Mundial ese mismo año. En 1919 se trasladaron a España (Barcelona y Mallorca) donde escribió unos versos que nunca se publicaron, en los que se enaltecía la revolución soviética, titulados “Salmos Rojos”.
Escritor de breves ensayos, de cuentos y de poemas, fue uno de los autores más resaltantes y eruditos de la literatura del siglo XX  según la crítica especializada, como consecuencia de la influencia ejercida en él por las tantas versiones de la  literatura europea, y como el escritor argentino de más grande proyección universal, referente de otras generaciones de escritores,  aunque su obra  con una extraordinaria  perfección en el lenguaje, sus conocimientos, el universalismo de sus ideas,  la singularidad de sus fábulas y  lo hermoso de su poesía, que es calificada como  primordial en la literatura y el pensamiento humano, escapa a cualquier  clasificación. 
A su regreso a la patria, fundó con otros jóvenes la revista Prismas (1921)  y luego  la revista Proa.  Firmó el primer manifiesto ultraísta argentino y, después de su segundo viaje a Europa, mandó a imprimir su primer libro de versos: “Fervor de Buenos Aires” (1923). Posteriormente a ello haría muchas  publicaciones,  libros de poemas: “Luna de enfrente”  (1925), “Cuaderno San Martín” (1929) y de ensayos: “Inquisiciones”, “El tamaño de mi esperanza”, “El idioma de los argentinos” y otros. Hacia 1932 publica “Discusión”, en el cual reúne ensayos, además de páginas ofrendadas al estudio de la poesía gauchesca. En 1935  Historia Universal de la Infamia”, con textos que son un ejercicio de prosa narrativa, según la propia valoración del autor. En 1936 “Historia de la Eternidad” y en 1944 “Ficciones” que lo consolidaron como uno de los escritores en lengua castellana más particulares del momento.
También de 1944 es Artificios, que incluye su célebre cuento "La muerte y la brújula", en el que la trama policial se conjuga con sutiles apreciaciones derivadas del saber cabalístico, al que Borges dedicó devota atención. El Aleph (1949), volumen de diecisiete cuentos, vuelve a demostrar su maestría estilística y su ajustada imaginación, que combina elementos de la tradición filosófica y de la literatura fantástica. Además del cuento que da título al libro, se incluyen otros como "Emma Zunz", "Deutsches Requiem", "El Zahir" y "La escritura del Dios".
El Hacedor (1960) incluía algunas piezas escritas treinta años antes y sin embargo guardaba una sólida unidad entre todas sus partes, no sólo formal sino también en cuanto a contenidos, siempre alineados en la idea borgeana de que tanto los grandes sistemas de la metafísica como las parábolas y las elucidaciones de la teología son elementos que forman parte del gran mundo de la literatura fantástica.
La obra de Borges se reparte también en un buen número de volúmenes escritos en colaboración, tanto dedicados a la ficción como al ensayo. Engrosan el caudal de sus escritos una gran cantidad de notas de crítica bibliográfica y comentarios de literatura, aparecidos en diferentes publicaciones periódicas argentinas y extranjeras, además de conferencias y entrevistas en las que desplegó con inteligencia y mordacidad sus puntos de vista. Se trata de una parte de su obra que, casi a la misma altura que sus libros considerados mayores, ha sido objeto recurrente de comentario y estudio por parte de la crítica y de numerosas recopilaciones.
Los felinos ejercían fascinación sobre él y sentía un gran amor y admiración por los gatos a quienes consideraba enigmáticos y muchas veces fue fotografiado con sus gatos sobre las piernas.
Fue un hombre de una gran inteligencia,  fino, irónico, astuto y talentoso, con sentido del humor y a quien le gustaba pasar por gracioso y solía hacer ácidos comentarios sobre la política.
En una oportunidad, bajo el régimen dictatorial  militar, alguien le comentó que el general Galtieri, presidente de la República en ese momento, había confesado que una de sus mayores ambiciones era seguir el camino de Perón y parecerse a él.  A lo que Borges contestó: "¡Caramba!  es imposible imaginarse una aspiración más modesta".
En otra oportunidad fue entrevistado en Roma por un periodista que trataba de provocarlo sin éxito  y  que con ese propósito se las ingenió con una pregunta absurda: "¿En su país todavía hay caníbales?" Contestándole Borges: Ya no, nos los comimos a todos".
Fue un hombre polémico cuyas actitudes  políticas  imposibilitaron que ganara el Premio Nobel de Literatura al que por casi treinta años fue aspirante.

Tres Poemas de Jorge Luis Borges


El Sueño
Si el sueño fuera (como dicen) una
tregua, un puro reposo de la mente,
¿por qué, si te despiertan bruscamente,
sientes que te han robado una fortuna?

¿Por qué es tan triste madrugar? La hora
nos despoja de un don inconcebible,
tan íntimo que sólo es traducible
en un sopor que la vigilia dora

de sueños, que bien pueden ser reflejos
truncos de los tesoros de la sombra,
de un orbe intemporal que no se nombra

y que el día deforma en sus espejos.
¿Quién serás esta noche en el oscuro
sueño, del otro lado de su muro?

Al Hijo
No soy yo quien te engendra. Son los muertos.
Son mi padre, su padre y sus mayores;
son los que un largo dédalo de amores
trazaron desde Adán y los desiertos

de Caín y de Abel, en una aurora
tan antigua que ya es mitología,
y llegan, sangre y médula, a este día
del porvenir, en que te engendro ahora.

Siento su multitud. Somos nosotros
y, entre nosotros, tú y los venideros
hijos que has de engendrar. Los postrimeros
y los del rojo Adán. Soy esos otros,
también. La eternidad está en las cosas
del tiempo, que son formas presurosas.

A un Gato
No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
más remoto que el Ganges y el poniente,
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.