Un día cualquiera
del longincuo verano,
sin que tú lo supieras,
ocultos en la manos
me llevé tus suspiros,
dulcemente atrapados.
El corazón he deshojado
y sus pétalos marchitos,
aún conservo guardados
en un cofre escondido.
Hay noches en que intento
juntando las dos cosas,
revivir los momentos
de esas horas gloriosas.
Rociando gota a gota
con lágrimas heladas
las esperanzas rotas,
me encuentra la alborada
acariciando sola
la esencia de las rosas.
Leyla Martin. Julio, 2011. (Derechos Reservados ANP)