*Siempre
en nuestros corazones*
Al
cumplirse el centenario de tu nacimiento
a viva
voz se eleva una plegaria,
sin poder
soslayar que embargue el sentimiento
que
inflige tu partida en la memoria diaria.
Cientos
de caminos, miles de senderos,
atrás
quedaron bajo los pies cansados
de huir a
tempestades, de admirar luceros,
en acres
y en dichosos días andados.
Huellas
del tiempo la frágil piel surcaron;
signos de
alegría y de tristeza,
de
desencantos y de sueños que acabaron,
de la precariedad
y de la riqueza.
Empañado
el verde de tus bellos ojos,
guardaron
del recuerdo los destellos
del secreto
clamor de tus antojos,
haciéndolos
lucir aún más bellos.
El
argento de los años,
dadivoso
te obsequió una corona,
honrando con
ella los peldaños
que anduviste
en la vida; a veces agria, otras dulzona.
Aún
palpita la eufonía ausente,
en cada
tarde y en cada madrugada,
de la
grata resonancia de tus pasos que cual hada,
se siente
incluso más presente.
Y tal
como se enuncia en el mármol de tu tumba,
eternamente,
no importa la estación o las razones,
sea que el
sol fulgura o que el trueno
retumba,
siempre,
estarás presente en nuestros corazones.