de ese mar bravío
que en tus ojos negros
dibujó la luna.
Y fue como fuego
que incendiaba el alma
y como rocío
en mi dulce anhelo.
Arropé deseosa,
con las manos trémulas,
todos los suspiros
que exhaló tu boca.
Queriendo apresarlos
muy dentro del pecho
y al paso del tiempo,
volver a contarlos.
Atada a tu acento,
envuelta en tu magia,
dormida en tu playa,
mecida en el viento.
Leyla Martin. 2011. (Derechos Reservados ANP)
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