que el alma navegaba a la deriva
y un diáfano horizonte mostró entonces
el más bello fulgor de dos luceros,
que brillan con intensa transparencia
haciéndome sentir que aún estoy viva.
Y con la suavidad que tiene el vuelo
de una incansable ave peregrina,
viniste a iluminar de nuevo el cielo
que cubre hoy los espacios de mi vida.
Sí, a tus hermosos ojos me refiero,
que hoy dan un brusco giro a mi destino;
esos, que están presentes en mis sueños
y al despertar me marcan el camino.
Esos, que a veces parecen tan serenos
y a veces me escudriñan intranquilos;
esos, que tu sentir de hombre me delatan
y tienen la pureza de un chiquillo.
Esos…maravillosos ojos bellos,
que encienden la pasión que me arrebata
e inspiran sentimientos muy sublimes,
esos, que en el silencio gritan un te quiero;
los que no puedo describir con mis palabras
y hacen a mi corazón tu prisionero.
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