sábado, mayo 07, 2011

Trova para un Querubín

Es distinto a todo cuanto había sentido;
latió dentro de mí durante tanto tiempo
y en un sutil momento
en otro ser se ha convertido.

La prolongación de mi existencia;
es mi sangre y es mi piel.
Es de mi alegría la esencia
e ilumina cada nuevo amanecer.

Es tan dulce ese chiquillo
que corretea descalzo;
se le antoja y lanza un grito
o viene y me da un abrazo.

Embriagada de embeleso
con su ingenua sonrisita,
se me acerca y solicita
que yo le dibuje un “miau”;
esbozo lo que ha pedido
accediendo a su capricho
y me premia con un beso.

Me colma un gozo infinito
al estrechar en mis brazos,
a ese travieso angelito
que acurruco en mi regazo.

Mi niño, pequeño y tierno;
fragante como un jazmín,
es tan grácil como un ciervo
y hermoso cual querubín.

Con sus manitas de cielo
en hilos de fantasía,
me va tejiendo los sueños
bordados de chucherías.

El amor más puro y cierto
que en mi corazón anida,
es de quien llena mi vida
y me ha inspirado estos versos.


Leyla Martin. 1984 (Derechos Reservados ANP) 




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