La luna de nácar se desfleca
en brillantes y mágicos fulgores,
en tanto que la mente peca
con el recuerdo de tus arreboles.
Pero es absurdo evocar las fantasías
que perfumaron ayer mi loco anhelo;
esas fragancias hoy están perdidas
en la ilusión de tu candor que ha sido un sueño.
Amparada y cautiva aquí en el pecho,
Amparada y cautiva aquí en el pecho,
con férreo y vano empeño atesoraba
la ninfa de un cariño tan maltrecho,
endulzando el veneno que me dabas.
Eres un pecador peor que ninguno;
inocencia burlada fue la mía,
al creer en la pureza de hombre alguno
y darte el corazón mientras mentías.
Lo que fuera la razón de mis quimeras,
el tiempo ha convertido en desamor;
te aborrezco de todas las maneras
con que pueda pagarte tu traición!
Leyla Martin. 2008. (Derechos Reservados ANP)
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