¡Sorpréndeme!
…Y se detuvo el mundo
en un penoso encierro
con un temor profundo
amargo como el fierro.
Con el distanciamiento
frenando la pandemia
de un virus raro y
cruento
cesó hasta la academia.
Sin saber con acierto
el rumbo del destino
el miedo anda despierto
ante el vil asesino.
La terrible experiencia
va imprimiendo su
huella
sin mando de la ciencia
veloz como centella.
El egoísmo priva
sin escrúpulo alguno
en tanto la diatriba
no da paso oportuno
entre salvar la vida
y el capital hambruno
Se suspendió el abrazo
y el afectuoso beso
por un saludo escaso
con algún gesto
expreso.
Añorándose entonces
aquel calor cercano
que otrora tuvo el
hombre
al estrechar la mano.
Se valoró sin prisa
al que fuera mundano
y aún más la sonrisa
del hijo y del hermano.
Ojalá que al andar
cuando vuelva la calma
hayamos aprendido
lo que hay que valorar
y a mirar con el alma
después de lo vivido.